Socialistes de Vinaròs

Fin del Estado de Alarma. ¿Fracaso de una sociedad?. Javier Buj, vocal de l’executiva del Pspv de Vinaròs.

El pasado día 9 de mayo, finalizó el Estado de Alarma amparado en el Real Decreto 926/2020.

Durante 6 meses, hemos vivido una restricción de derechos y libertades, amparados en aquella Constitución del 78 que tantos se han permitido cuestionar y que, cuando nos hemos visto limitados a su “uso y disfrute”, vienen reclamando su aplicación integral de manera hipócrita y ventajista.

Cabe recordar que el esfuerzo que hemos tenido que realizar como sociedad, ha sido por el bien común. Por la salud de nuestros familiares y amigos. Por proteger a nuestros padres, abuelos, hermanos, …y que decir del titánico esfuerzo y cobrándose múltiples vidas por el camino (más que en la 1a Guerra Mundial), de nuestros sanitarios.

Pero después de tanto esfuerzo, ha llegado el momento de delegar en nosotros una buena parte de responsabilidad, con la finalización del anteriormente mencionado Estado de Alarma.

Y…ciertamente, no puedo sentirme más contrariado y decepcionado como miembro de una sociedad, sí la nuestra, que cuando nos facilitan la oportunidad de autogestionarnos, nos volvemos insensibles al dolor ajeno.

Parece que la memoria selectiva se nos ha instaurado como un “chip” en un ordenador en una línea de producción de cualquier marca genérica.

Botellones hasta altas horas de la madrugada, encuentros sociales multitudinarios engendrados por las redes sociales, fiestas clandestinas multitudinarias, agresividad y violencia contra aquellas personas que recriminan esas conductas, atentados a los agentes de la autoridad que intentan cumplir una Ley que ni ellos piensan que solucionará los problemas, ….

Y mientras tanto, los sanitarios revelados ante tanto incivismo y anti solidaridad (y con toda la razón del mundo).

Añadimos a lo expuesto, frases que todos hemos o estamos oyendo tanto por la calle, como en los medios de comunicación:

  • ¡La culpa es del actual Gobierno que os ha dejado vendidos!
  • ¡Esta juventud es irresponsable! ¡Estamos viviendo una generación perdida!
  • ¡Nos volverán a cerrar antes del verano por culpa de…!
  • “Deje aquí aquella frase que haya oído y que quiera añadir al artículo”

    Permitidme que, después de todo lo expuesto, deje mi opinión desde la más absoluta humildad y respeto.

    Como de en aquella famosa película de los años 90 (y que vi junto a mis padres en aquel sofá para 3 personas, donde cabíamos cada noche los 5 de casa), “Houston, ¡tenemos un problema!”.

    Un problema de sociedad en su conjunto. Una sociedad caprichosa y crispada. Con baja tolerancia a la frustración, que actúa de manera disruptiva cuando no consigue lo que quiere.

Y, ante tanto descontrol, no veo otro diagnóstico meridianamente sostenible, que no sea en la educación. Y más concretamente en la educación emocional, tanto en las familias como en los centros educativos.

Una educación basada en los valores y principios fundamentales, así como en la convivencia cívica y pacífica entre iguales. Una educación que debería ser curricular, y enseñada desde las edades más tempranas. Tal vez así, desde la autocrítica y reflexión más honesta, podamos salir de este barrizal.