La evolución de la pandemia, con el aumento masivo de contagios, ha provocado el aumento de restricciones. La situación en nuestra Ciudad ha empeorado, y el número de casos entre nuestras persones más allegadas es muy preocupante, como poco. Vemos como, a pesar del comportamiento ejemplar de una mayoría, hay quien todavía sigue negando la existencia del virus, o bien le importa muy poco la salud de los vecinos/as.
A la presión provocada por las restricciones en nuestros hábitos de vida, se suma el desgaste y agotamiento mental de más de 10 meses de confinamientos, desescaladas, “normalidades”, nuevas normativas, y la consiguiente crisis socioeconómica en muchos sectores productivos. Y ello por no hablar del extremo agotamiento del sector sanitario, sin días de descanso físico ni mental, sabiendo que esto no ha terminado. El único alivio a la vista es el inicio de la vacunación, que es y será lenta, pues se trata de unas vacunas que están produciéndose, y repartiéndose, para todo el mundo, pero que no son, ni mucho menos, inmediatas.
Es en este punto, ahora, que necesitamos que nuestros comportamientos, por nosotros y por el resto de vecinos, allegados, conocidos y desconocidos, sean lo más cívicos posibles, reduciendo las situaciones donde haya mayor probabilidad de contagios. Las normas están pensadas en función justamente de la reducción de probabilidades, y por ello, el incumplimiento redunda en un aumento de contagios.
En nuestra ciudad, la labor continuada de la policía local, coordinada con la guardia civil, en la información de las modificaciones normativas en los sectores más afectados, la vigilancia y control, y la asistencia en el auxilio, en muchos casos, a ciudadanos necesitados por muy diferentes problemáticas, ha sido intensa, ardua, y responsable, y a pesar de ello, se han impuesto sanciones covid, muchas, que responden al INCIVISMO de unos pocos, que con su comportamiento ensombrecen la RESPONSABILIDAD INDIVIDUAL aplicada por una gran mayoría. Se trata de, al final, un debate de comportamientos entre la SOLIDARIDAD y el sentimiento de COMUNIDAD, frente a EGOISMOS, NEGACIONISMOS, y falta total de empatía por parte de, repito, unos pocos. Como redacté en los inicios de la pandemia, de aquí está surgiendo lo mejor y lo peor de todos y cada uno de nosotros. Ya no se trata de un respeto a las normas, se trata de un RESPETO A LA VIDA, propia y de los demás. Porque detrás de los números, hay personas, con sus vidas, sus esperanzas, sus anhelos, que conforman una sociedad, más o menos imperfecta, pero que es nuestra sociedad, construida entre todos y a pesar de todos.
Fernando Juan
Concejal de Gobernación y RR.HH.