Me siento delante del ordenador, conecto los auriculares con mi música de las ocasiones especiales esperando encontrar la inspiración necesaria para poder tratar un tema tan complejo y duro como es el de la Violencia de Género.
El próximo 25 de noviembre se rinde homenaje a esas mujeres que en su día dijeron ¡¡basta!!, y a tantas otras que por múltiples motivos, no tuvieron esa oportunidad de ser protegidas de sus agresores.
Una gran responsabilidad hacia una audiencia que, sin saber cuantificar, pienso que debe saber cómo me siento y cual es mi pensamiento sincero sobre este tema que considero tan relevante. Había pensado en empezar este artículo hablando de cifras, sí, de esas cifras que todos hemos visto en los telediarios , escuchado en algún boletín informativo, o leído por prensa escrita u online en el apartado de sucesos.
Pero, honestamente, pienso que haría un flaco favor a esas 1.074 víctimas mortales que han sido contabilizadas desde el 1 de enero del año 2003 hasta el día de hoy, o como que superan a las más de 850 víctimas de la banda terrorista ETA.
Creo que hablarles desde el corazón y mi más profunda admiración, es la mejor manera que he encontrado para rendir mi humilde homenaje a esas mujeres valientes que un día dijeron ¡¡basta!!.
!!Basta!! de ser insultadas, !!basta!! de ser vejadas, ridiculizadas, menospreciadas, amenazadas, chantajeadas, golpeadas hasta la extenuación,…!!basta!!, en definitiva, de ser maltratadas por el simple hecho de ser mujer.
Porque sí, tenemos una ley que, con sus defectos, que los tiene, vela tanto por su integridad física y moral, como por la de sus hijos y familia, poniendo a su alcance un complejo engranaje preventivo, reactivo y asistencial.
Dicha Ley Contra la Violencia de Género, tiene su origen allá por el año 2004 de la mano de un gobierno socialista y apoyada por gran parte de los partidos políticos representados en las Cortes Generales y que vieron en ella una necesidad social para luchar contra esta lacra incrustada en nuestra sociedad, que arrasa hogares allá por donde pasa, dejando hijos huérfanos de madre, padres sin hijas o abuelos sin nietas, entre otros ejemplos.
Porque la violencia contra la mujer no se puede “meter en el mismo saco” con otros tipos de violencia. Sus particularidades y sus devastadoras consecuencias, la hacen única muy a pesar nuestro.
Y no creo inteligente ni moralmente aceptable hacer demagogia y populismo con un tema tan grave y que nos hace ver que tenemos que seguir unidos para ganar esta batalla. Porque sí, necesitamos estar unidos como sociedad, ejerciendo y exigiendo la tolerancia 0 delante de actitudes machistas y degradantes contra ellas.
Esto no va de partidos ni de ideologías políticas, esto va de responsabilidad y compromiso social.
Porque a veces, da la sensación de que no enfocamos nuestros esfuerzos sobre el diagnóstico de manera acertada. Y, mientras tanto, siguen sucediéndose los casos de violencia machista cayendo en el peligro de “normalizar” lo que es inaceptable.
Tal vez mis palabras puedan parecer algo alarmantes de cara al público en general, pero cuando has visto los efectos más devastadores del maltrato machista, siento decir que no puedo verlo desde otro enfoque que no sea el expuesto.
Para finalizar este artículo, quiero reiterar mi total respeto y admiración a esas mujeres resilientes, que han sacado fuerzas de donde no las había, para sobrevivir y dar un rumbo distinto a sus vidas. Y a las que no fue posible llegar a tiempo, mi más sincero recuerdo y confianza de que sus pérdidas no hayan sido en vano.
Javier Buj López
Ejecutiva Pspv-Vinaròs